martes, 8 de diciembre de 2009

historia del desierto III




III

El había partido llevando una sola carga. Un corazón destrozado, sentía que a cada paso que daba un gran vació crecía dentro de el, y este se hacia entre pesado y hastío.
Había salido una hora después de que ella durmió, había salido afuera, se sentó a ver la silueta del horizonte mientras pensaba hacia donde ir.
Se levanto y se acerco al fogón que a veces prendían para calentar algún alimento y tomo un pedazo de carbón, entro a la cueva y escribió con ella una frase, acto seguido salio y empezó a caminar, al principio sin ningún rumbo, solo empezó a desplazarse en línea recta, y así lo hizo por al menos una hora y media, hasta que recordó que si doblaba ligeramente a la derecha llegaría a un tumulto que una ves había visto a la distancia cuando se aventuraba a ir mas allá de donde estaban viviendo. O al menos parecía que lo había visto, pues lo que recordaba era que esos días el caminaba ya de día y con un sol que le había calentado tanto la cabeza que había empezado a ver espejismos, recordó también que había encontrado en su camino de regreso un oasis, y despertó en la cueva con un paño en la frente, mientras ella le limpiaba el cuerpo. No sabia como, pero siempre le daba las gracias por haberlo encontrado.
Ya despuntando el amanecer y tras seis horas de caminata todavía no divisaba nada, el sol no empezaba a ser castigador sino hasta después de una hora mas o menos de que el astro rey se divisaba en el horizonte, pero el estuvo caminando por tres horas mas, ya muy aturdido había divisado una enorme roca a lo lejos, se acerco y se refugio en ella del sol, conforme el sol avanzaba el rodeaba la roca para que lo protegiera.
Al anochecer consumió un poco de alimento seco que se cargo en los bolsillos para seguir avanzando.
No recordaba la distancia de aquella visión ya que al haber caminado en línea curva esa ves había caminado por días.
Solo que al estar seguro de a dónde iba esta ves, y tras dos días de caminata y muy cansado y casi moribundo había llegado a lo que parecía una montaña sin nada que ofrecer, muy desanimado se subió a ella cosa que no le tomo mucho tiempo ya que era mas bien un tumulto de rocas y arena compactada muy grande.
Se llevo una buena sorpresa, pues al llegar a la punta y por el otro lado había divisado las ruinas de algunas casas.
Al día siguiente, se dio cuenta de que había regresado al paisaje acogedor que recordaba hace ya mucho.
Recordó que cuando partieron y varios días después, algunos temblores sacudieron el suelo. Al parecer el lugar peleo por recuperar su antigua forma. Y en su intento había formado algunas salientes de rocas en cuyos bordes se podía uno refugiar.
Y una pequeña charca de agua se formaba bajo una de las salientes.
Recordó que los víveres que no habían podido cargar los habían puesto a buen resguardo.
La poco agua que se alejaba de la roca hidrato algunas plantas las cuales como pudo observar empezaban a brotar.
Como si fuesen una señal para una esperanza que siempre estuvo en ese lugar, solo necesitaba paciencia.
Una lágrima rodó por su mejilla y paso a lado de una sonrisa cayo al suelo desde su mentón.
Y pensó en regresar por ella.

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